
La escultura
Modeló rostro agraciado
con escoplo y jaspe blanco.
La observó, fijo en su banco,
y quedóse tan prendado
del semblante delicado,
de su hermosa anatomía,
que supuso una agonía
admitir que la anhelaba,
y que su boca besaba
sabiendo que no sentía.
Modeló rostro agraciado
con escoplo y jaspe blanco.
La observó, fijo en su banco,
y quedóse tan prendado
del semblante delicado,
de su hermosa anatomía,
que supuso una agonía
admitir que la anhelaba,
y que su boca besaba
sabiendo que no sentía.
 
 
 




 
 
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